El maltrato, puede definirse como la disfunción socio - familiar que no afecta sólo al núcleo donde acaece, sino que compromete al desarrollo futuro de los individuos inmersos en ese ambiente anómalo. La relación entre violencia familiar e inadaptación social del niño, puede ser considerada como el resultado de la internalización de una modalidad violenta o anormal de resolución de conflictos, unida al desequilibrio que genera en el desarrollo del menor. Las diversas modalidades de la violencia (física o psíquica, por acción u omisión, abuso sexual naturalmente incluído), como organización sintomática pueden ser consideradas como la manifestación de significaciones y sentidos que necesitan ser develados, ya que en líneas generales son desconocidos por los integrantes de la figura familiar. La violencia lleva a desencadenar en quien la padece diversas reacciones, que van desde el sometimiento a expresiones violentas o bien en reacciones de huída que conllevan. Todo ello tiende a ser percibido por la víctima como la única salida frente a una situación asfixiante, donde lo pretendido por el menor es por ejemplo, eliminar la angustia o la impotencia a través del daño producido al objeto o causa del sufrimiento. La inicial sumisión frente al victimario termina tornándose en una identificación con él mismo, lo que torna viable la repetición de la conducta abusiva activamente sobre otros menores u objetos en un intento mayormente estropeado de lograr la reversión de la imago parental temible, en protectora y buena. El victimario emite mensajes particularmente patológicos, transmitidos a través de una comunicación contradictoria.
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